Señor Ulises Cuéllar:
 
Gracias ante todo por su respuesta.
 
Déjeme decirle que lo del puesto 21 no es decisivo para mí en ningún aspecto. Yo igual habría hecho esta crítica así hubiera quedado en el quinto puesto o en el 60. Si los demás se callan porque consiguieron un premio o porque fracasaron, allá ellos. Demuestran escasa personalidad.
 
En cuanto al calificativo de mediocre que usted me endilga, le diré algo. Efectivamente, yo sería en ajedrez un mediocre si no fuera por un detalle que usted ignora: yo soy un simple aficionado, como lo he sostenido en reiteradas ocasiones. Mi dedicación al ajedrez no pasa de revisar una vez al mes un par de partidas de grandes maestros y de participar en un par de torneos al año como mucho.
Si no abandono del todo el juego es porque me atrae su belleza, igual que me atrae la belleza del gran cine o de la gran literatura. Pero no se puede apreciar la belleza del ajedrez en una partida que acaba en tablas después de siete jugadas, ¿verdad, señor Cuéllar?
 
A pesar de mi condición de simple aficionado, hace unos años estuve a punto de recibir un título de maestro nacional. En ese ciclo del campeonato nacional ( año 2009 ) pude vencer a algunos de los ahora jóvenes talentos limeños. sólo me faltaban las tablas en la última ronda para lograr el objetivo. Pero los nervios me traicionaron y perdí tontamente en los minutos finales con un señor que ahora ostenta su título con mucho orgullo. Me habría dado mucha risa recibir ese título, por la sencilla razón de que no me importaba en absoluto.
 
Por cierto, en aquel ya lejano torneo tuve la suerte de jugar con su talentoso hijo: tablas en algo más de veinte jugadas, en un final de torres todavía jugable que debía ser tablas si uno de los dos no cometía algún error grave. le confieso que alrededor de la jugada quince tuve que trabajar duro para no perder. cuando al final de la partida un amigo me increpo por haber hecho tablas con un niño, yo le dije: "Será un niño, pero es un jugadorazo".
 
Cuando los aficionados asistimos a un torneo de ajedrez, señor Cuéllar, lo hacemos con la enorme expectativa de ver en acción a los jóvenes talentos. Nada más decepcionante como el hecho de que la partida más esperada del torneo, la partida que enfrenta a diego cuéllar y a renato terry, los mejores, termine en tablas sin haber empezado siquiera. Eso sí es mediocridad. Es una falta de respeto a los organizadores, a los colegas y a sí mismos.  Yo como auspiciador les hubiera quitado la plata para repartirla entre los últimos diez, esos que sufrieron para conseguir un par de puntitos. ¿Pero quién puede con la mediocre filosofía del peruano? ¿Quién puede nada contra ese pragmatismo chato basado en el cálculo y en el vulgar éxito mundano? Esa es la filosofía del tuerto que es coronado rey en el país de los ciegos. Esa es la filosofía cancerígena que nos tiene postrados a los peruanos como sociedad y como país.
 
Hasta pronto, señor Cuéllar. Y ya que usted tiene deseos de saber mi nombre completo, le diré:
 
Luis Enrique flores Arroyo, escritor.